martes, 15 de diciembre de 2009

El Seprona cumple 20 años


Cualquiera que haya salido al campo en los últimos 20 años estará familiarizado con el Seprona. En España, no sorprende a nadie cruzarse con dos agentes en motos de campo o conduciendo un todo terreno en el medio rural. Pero esos agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil pertenecen al primer cuerpo dedicado de forma exclusiva a la prevención, protección del patrimonio natural y de la biodiversidad.

Precisamente por ese motivo y por haber cuplido ya 20 años en el desempeño de dicha labor, han sido premiados con uno de los galardones más importantes del panorama de la defensa de la naturaleza: el Premio Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad en España, dotado con 250.000 euros.

"Cuando se creó el servicio en 1988 había 1.144 personas trabajando en el Seprona, ahora hay 1.837 y pretendemos llegar a 2.400, si queremos hacer un trabajo de excelencia en todos los campos como el que siempre tratamos de hacer", explica el general de división Gabella, responsable del Seprona.

"Pero el mayor patrimonio que tenemos es la enorme vocación del personal, algunos de los cuales ingresan en el cuerpó con la única intención de trabajar en este servicio", añade el general Gabella.

Via: El Mundo

El gran iceberg comienza a romperse


El inmenso iceberg de 140 kilómetros cuadrados que desde hace unos días navega hacia la costa de Australia ha empezado a romperse en cientos de pedazos más pequeños, según han informado este lunes los científicos.

En los últimos tres días, el gigantesco bloque de hielo, que inicialmente tenía 19 kilómetros de largo y 8 kilómetros de ancho, ha visto reducido su tamaño en casi un 30 por ciento, según el geólogo australiano Neal Young.

La fragmentación del iceberg ha provocado que ahora cientos de casquetes polares, algunos de varios kilómetros de longitud, se extiendan a lo largo de miles de kilómetros de océano al norte de la Antártida.

Esto ha sido posible gracias a la mayor temperatura del agua -entre seis y ocho grados centígrados-, que poco a poco ha ido derritiendo la parte sumergida del bloque de hielo, explicó Young, quien añadió que el gran iceberg se fundirá por completo antes de arribar al extremo meridional de Australia.

Así sucedió hace un mes con un grupo de más de cien casquetes que se dirigían a Nueva Zelanda.

Las autoridades australianas emitieron la semana pasada un aviso a los barcos que circulan por la zona cuando avistaron el gigantesco iceberg a 1.700 kilómetros al sur de la isla de Macquarie.

El bloque de hielo, que ha sido bautizado por los científicos como B17B, forma parte de otro tres veces mayor que se desprendió hace diez años de la meseta del Mar de Ross en el continente helado.

La mayoría de expertos suele atribuir estos fenómenos al cambio climático, puesto que el aumento de la temperatura del mar acelera el proceso de fragmentación de los polos.

Sin embargo, algunos geólogos mantienen que en la presencia de icebergs cada vez más lejos de las masas polares influyen también factores exógenos al calentamiento global como las corrientes o el hecho de estar constituidos por nieve consolidada en vez de agua salada.

Via: Radiografía Mundial

'Las negociaciones avanzan muy lentamente'


Las negociaciones en la cumbre del clima de Copenhague avanzan "muy lentamente", según ha reconocido Yvo de Boer, el secretario ejecutivo de la convención de la ONU, un puesto que le convierte en el máximo árbitro del encuentro internacional. "Hay todavía una gran cantidad de trabajo por hacer", reconoció durante una rueda de prensa celebrada en el Bella Center.

Más dura fue todavía Connie Hedegaard, la ministra danesa de Medio Ambiente, a quien como parte del país anfitrión le corresponde presidir el encuentro internacional, al hablar de los delegados. "Es como con los niños en la escuela; si tienen un plazo largo para entregar un trabajo, esperan siempre al último momento para ponerse a hacerlo. Es tan simple como eso", afirmó para anunciar después que no cree que haya 'fumata blanca' sobre el acuerdo climático hasta el último día de la cumbre, el viernes 18.

Sus palabras son una señal de emergencia, porque se supone que el martes era el último día para terminar la parte técnica de los trabajos. El miércoles, comienza el tramo ministerial, con la incorporación de los responsables políticos de cada país. Y el jueves llegan los jefes de Estado y de Gobierno.
El objetivo es que todas las cuestiones técnicas hubieran estado resueltas ya a estas alturas, de modo que los representantes de los gobiernos sólo tuvieran que tomar las decisiones políticas de comprometerse o no a ciertos objetivos de reducción de emisiones y financiación, pero no enredarse en cuestiones técnicas o de definición del tipo de acuerdo. Y sin embargo, es ahí donde nos encontramos ahora y no parece que la situación se vaya a resolver inmediatamente.

Para aclarar lo que ocurre habría que decir que ahora mismo no hay sobre la mesa un borrador del acuerdo, sino dos distintos a la vez, y puede que en realidad sean tres. Aclaremos la cuestión. En principio, existe el Protocolo de Kioto, vigente desde el año 2005 y que tiene validez hasta 2012 y que incluye a 37 países. Lo ideal sería que en Copenhague se decidiera la extensión del mismo. Es decir, ampliarlo al menos hasta 2020 y sumarle el resto de estados, como Estados Unidos o China, que no están incluidos dentro de él. Pero casi todo el mundo da por hecho que esos 'outsiders' no van a entrar en una ampliación del Protocolo de Kioto.

Por ese motivo, en Copenhague se está trabajando en una nueva vía, la de un acuerdo a largo plazo, o LCA por sus siglas en inglés, al que se sumarían todos los que no forman parte de Kioto. Pero las ONGs están poniendo el grito en el cielo porque, hasta el momento, el borrador de ese LCA es la cosa más descafeinada que se conoce. A diferencia de Kioto, que tiene objetivos vinculantes de reducción de emisiones por países, el borrador actual del LCA no dice nada sobre reducción concreta de emisiones ni tampoco sobre la financiación necesaria para que los países desarrollados se pongan al día en energías renovables y se preparen para evitar los daños del cambio climático que ya están sufriendo. "Durante la última semana hemos progresado en unas cuantas áreas, pero no hemos hecho lo bastante todavía", aseguró De Boer.

La sensación que impera en la cumbre es que cuando ésta termine, el próximo viernes 18, es posible que los mandatarios acuerden poner en marcha las dos vías. Una vía del Protocolo de Kioto ampliado en el tiempo para los países que ya forman parte de él, y un nuevo acuerdo para el resto, o LCA. Pero ni siquiera eso está claro.

Tres documentos en juego

Hoy mismo, el rumor en la cumbre es que se intente presentar un tercer texto, ambiguo y que fuera capaz de reemplazar a los dos anteriores. Pero este tercer borrador para ser capaz de contentar a todos tendría que ser muy suave y poco comprometedor. Acabaría siendo más flojo que el Protocolo de Kioto actual. Y eso no lo van a consentir los países pobres, que boicotearían la idea. Para ellos, sería permitir que desapareciera el Protocolo de Kioto, la única realidad jurídica que compromete a los estados ricos. La UE está atrapada entre dos fuegos y, curiosamente, siendo la que más he hecho por el clima, es la que se lleva todos los palos.

A la UE, que es el verdadero motor del Protocolo de Kioto y el gran bloque que lo está cumpliendo, le gustaría que otras potencias como EEUU se sumaran a ellos. Para intentar que los americanos se unan a algo, a la UE le vendría bien poner en marcha un nuevo modelo más amplio en el que estuvieran el resto de países ricos y que sustituyera a Kioto, creando un nuevo marco común para todos. Pero los países pobres no quieren ni oír hablar de ello, porque lo ven como una forma de dar carpetazo a Kioto y cambiarlo por algo nuevo que aún está por definir.

Así las cosas, la UE se ve obligada a mantener abierta la negociación sobre como extender el marco de vigencia de Kioto mientras por el otro lado se diseña un marco nuevo en el que entren EEUU y China y que conviva con el nuevo Kioto. Un verdadero enredo donde, además, las críticas siempre caen sobre el bloque de naciones de la UE que ha hecho hasta ahora dos cosas que nadie ha hecho: dar dinero a los países pobres para su adaptación -2.400 millones de euros cada año hasta 2012- y cumplir unos compromisos de reducción de emisiones.