viernes, 6 de noviembre de 2009

América Latina es marginada en la cumbre de Barcelona


Los deslizamientos de tierra que afectaron uno tras otro a varios sectores de Quito y del resto del país en el último invierno. La sequía prolongada que en estos días vive el Austro. Las temperaturas sobre los 25°C que soportó la capital en los últimos meses. Esas y otras son las manifestaciones más cotidianas del cambio climático.

Y si llegase a incrementar en solo 2°C la temperatura promedio del planeta (hasta ahora ya subió en 0,7°C, en las últimas décadas), como se pronostica si no hay una acción inmediata, la situación será peor. “Catastrófica” advierten los expertos que desde el lunes se dan cita en la reunión mundial de cambio climático en Barcelona, España.
Lo peor es que Ecuador y Latinoamérica, en general, constituyen una de las regiones más vulnerables. Pese a su escasa incidencia en el volumen general de emisiones de gases de efecto invernadero (responsables de las alteraciones climáticas) argumentan sus delegados.
En promedio genera un 6% del total mundial, sobre todo por la quema de hidrocarburos, y sube a 12% al incluir la deforestación.
José Garibaldi, investigador y observador de la Convención sobre Cambio Climático, habla de efectos ciertos al mencionar a fenómenos en la región como El Niño con cada vez más fuerza.
Se suman los huracanes en el Caribe con mayor número e intensidad; el retroceso de los glaciares andinos (de Ecuador entre estos) que ya afectan al abastecimiento de agua para la generación hidroeléctrica, consumo humano y riego; los cambios bruscos de los patrones de lluvias en Argentina…
Por eso ahora los países latinoamericanos están en el bando de quienes reclaman a los industrializados por un apoyo para la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático.
No obstante, corren el riesgo de que en la Cumbre Mundial de Copenhague, Dinamarca, no trasciendan sus propuestas y exigencias. Esto ya es evidente en Barcelona, cuando sus representantes son absorbidos por las multitudinarias concurrencias a las diversas reuniones de negociaciones. Si bien todos, excepto México, están agrupados en el denominado G77 más China (una alianza entre países en desarrollo de los diferentes continentes), no participan como un bloque hegemónico.
El experto James Painter mira a la región repartida en tres grupos y por fuera de estos a Brasil y Venezuela. El primero tiene una postura bastante marcada sobre la protección de la selva amazónica y el segundo cuida más sus intereses petroleros como miembro de la OPEP.
En el otro están los del Alba -aunque no está reconocido por las Naciones Unidas- como Bolivia, Ecuador, Venezuela, El Salvador, Nicaragua y Cuba. “Comparten una visión parecida, aunque con matices distintos. Insisten que los países desarrollados tienen la responsabilidad histórica sobre el cambio global y, por lo tanto, les exigen recortes significativos de emisiones de CO2, sin que ellos estén dispuestos a tomar igual medida”.
En un tercer grupo aparecen Costa Rica, México, Perú, Colombia y Panamá. Ellos están dispuestos a aceptar que tienen metas de reducir emisiones.
Bajo ese panorama, la mayoría prefirió presentar propuestas individuales como lo hace Ecuador, con su iniciativa Yasuní-ITT.
A propósito, Carlos Larrea, coordinador del proyecto, presentará la idea de dejar el crudo bajo tierra en el bloque Ishpingo-Tambococha-Tiputini (ITT, en plena selva amazónica). A cambio la comunidad internacional deberá acoger a los Certificados de Garantía Yasuní, una especie de bonos de carbono.
Painter aseguró que la urgencia de proteger la cuenca amazónica -es considerada de uno los últimos grandes pulmones que quedan en el planeta- es una de las mejores cartas de juego que países como Brasil, Ecuador, Perú y Colombia tienen a su favor.
Así pretenden captar los recursos que la Unión Europea y España destinarán contra al cambio climático. La vicepresidenta primera del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, manifestó que su país aportará con 100 millones de euros adicionales hasta 2012.
Via: Portal del medio ambiente

Iccat afronta su última oportunidad de controlar las pesquerías


La Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT, por sus siglas en inglés) se reúne en Recife (Brasil) la semana que viene para determinar el futuro del atún rojo, una especie de alto valor comercial cuyos stocks han caído en picado en las últimas décadas. ICCAT debe afrontar también el problema del control de las capturas de tiburón y el aleteo (finning), como se acordó hace unos meses en la Segunda Reunión Conjunta de las Organizaciones Regionales Pesqueras de Túnidos (RFMO).
Gran número de países observan con atención las decisiones de las Partes Contratantes de ICCAT, dado que el mes pasado se presentó una propuesta para prohibir el comercio internacional de atún rojo en el seno de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
ATÚN ROJO
Llevado al borde del colapso por la codicia del mercado internacional y por décadas de mala gestión y pesca ilegal, las poblaciones de atún rojo del Atlántico se encuentran cerca de la extinción comercial. Oceana y MarViva reclaman a ICCAT que cierre inmediatamente la pesquería del atún rojo del Atlántico Norte, la única medida que puede asegurar la supervivencia de esta especie
La situación actual del atún rojo recuerda al colapso del bacalao en el Atlántico Norte a principios de los años 90, resultado de la sobrepesca y de hacer caso omiso de las señales de alarma. El doctor Daniel Pauly, un reconocido experto mundial en pesquerías y miembro de la junta directiva de Oceana, pide a las Partes Contratantes que no repitan los errores del pasado: “La situación del atún rojo es como si una máquina del tiempo nos transportara al año antes de que colapsara el bacalao del norte. ¿Lo haremos de nuevo?”
Oceana y MarViva también apoyan firmemente la inclusión de esta especie en el Apéndice I de CITES con el fin de detener el principal factor que le está llevando a la extinción comercial: el comercio internacional.
TIBURONES
Muchas de las flotas gestionadas bajo ICCAT pescan tiburones como especie objetivo y como captura accidental, sobre todo por sus valiosas aletas. Oceana reclama a ICCAT que regule en sus pesquerías a los tiburones, exigiendo que todos los individuos sean desembarcados con las aletas adheridas de manera natural; prohibiendo la retención a bordo de especies en peligro, particularmente vulnerables o en situación de agotamiento; y estableciendo límites de capturas para todas las demás. Si adoptan estas tres medidas, las Partes de ICCAT se alinearían con las recientes recomendaciones de las RFMO.
ICCAT debería poner especial énfasis en prohibir la retención de cailones y tiburones zorro, especies especialmente agotadas y vulnerables, y en fijar límites de capturas para los tiburones azules y los marrajos, los más capturados en las pesquerías que gestiona.
SOBRE ICCAT
ICCAT es una organización pesquera intergubernamental responsable de la conservación de atunes y especies afines en el Océano Atlántico y áreas adyacentes. La reunión anual de ICCAT contará con delegados de más de 48 países que pescan en el Atlántico y el Mediterráneo, que debatirán el futuro de grandes especies pelágicas en peligro como el atún rojo, los tiburones y el pez espada.
Via: Ecoticias

No habrá tratado del clima en Copenhague

La UE expresa su "frustración" y confía en un pacto político para un tratado vinculante en el 2010.
La UE se rinde. Se rinde a la evidencia. La conferencia sobre el clima del mes próximo en Copenhague no concluirá con un nuevo protocolo que supla al de Kioto. La UE admite que este objetivo "probablemente no es alcanzable". Los desacuerdos y la imposibilidad (o negativa) de EE. UU. de presentar una propuesta concreta a tiempo impiden que se pueda firmar allí un nuevo tratado vinculante con apoyo de todos.
La solución que se abre paso ahora es conseguir un pacto político con todas las potencias, y que continúe la negociación después de Copenhague, de forma que el nuevo tratado pueda estar listo en unos meses (se haba de seis o más) para ser firmado por EE. UU. Así, el esfuerzo se pondrá en ese pacto. Y el tratado legalmente vinculante con compromisos obligatorios para los países deberá esperar. Es la opción más viable, visto que EE. UU. dice no puede presentar en Copenhague una propuesta (se discute ahora en el Senado).
El pacto político - que firmarían los líderes en Copenhague-fijaría los planes de reducción de emisiones de gases de los países ricos para el 2020 y las pautas para que los países emergentes los vayan también limitando. Y se incorporaría financiación para que los países pobres combatan el calentamiento.

Via: La Vanguardia